La época navideña y sus preguntas incómodas

Qué me vas a decir a mi si yo también fui esa señora que no tenía nada de qué hablar e hice la pregunta incómoda para salir librada. “¿Y el novio?”. Amikas, no sean la yo señora que por iniciar una conversación ejerce la temida, presión social.

A mí me gusta la Navidad, comer es mi hobby favorito, pero comprendo que eso de reunir a familiares que hace mucho no ves y con los que no tienes nada en común provoca un sinfín de preguntas incómodas.

Puede que para muchas personas preguntar sea lo más inofensivo y común del mundo, pero para alguien que ve esa pregunta como la cerecita del hartazgo, esas preguntas incómodas pueden ser lo último que te faltaba para coronar tu terrible año.

Tuviste muchos logros, estás viva, comes, eres más perra que humana,  pero por alguna razón la felicidad y el éxito en los mortales se reduce a tres cosas, o al menos para tus tías o compañeros de trabajo:

  1. ¿Y el/la novix?
  2. Si tienes, ¿Para cuándo la boda?
  3. Si ya estás casada, ¿Para cuándo los hijxs?

Nadie te preguntará si tus gatos ya comieron, por tus plantitas,  si tu laptop ya estalló de tantas clases virtuales, ni cuál es tu papel de baño favorito, es el del Costco porque #SeñoraCopetuda, tiembla DIF Cajeme, tiembla Marcelita Gándara. NADIE. Pero no vaya a empezar a llorar el niñito castroso porque ahí si sale el, ¿y ustedes para cuándo encargan?

¿Del Avón? NO, gracias. Sólo uso Estée Lauder.

En verdad me considero una persona sumamente afortunada, mis familiares no me hacen preguntas incómodas, pero de que existen, existen. Personalmente, la presión social no me afecta, soy una persona con inteligencia social tan desarrollada que cuando alguna señora me dice, ¿Y los hijxs? Simplemente lanzo un, “Si Dios quiere pronto” más carita triste, lo que los deja en una posición mucho más incómoda que la mía y dispuestos a cambiar de tema rápido o en el peor de los casos sacan alguna experiencia de la hija de la Fulanita que estaba igual que yo y por fin cumplió su sueño de ser mamá. Me va a tomar unos cinco minutos de sonreír esperanzadamente y tal vez mi infertilidad será el tema de conversación en algún cafecito posterior al que asista esa señora, pero al menos no tendré que aguantar toda una noche de persuasión sobre lo egoísta que soy al no querer traer más niños al mundo, lo vacía e incompleta que será mi vida por no tener hijxs o mi favorita, “luego vas a cambiar de opinión”.

Llevo desde los 23 esperando cambiar de opinión, ya tengo 31 y no ha sucedido. Mi mamá dice que entre más grande menos voy a querer hijos porque más consciente estoy de la vida y sobre el fin del mundo, gurl! El mundo seguirá poblado mientras existan adolescentes creyendo en que un cholo es el amor de su vida.

Mujeres NoMo y otros males

En la inquisición si una mujer tenía opiniones era bruja y se le quemaba en la hoguera, estoy segurísima que hubiera sido la primera gritando BALENCIAGA si hubiera nacido en esos tiempos, ahora ser bruja no es tan malo, pero ser NoMo (not mothers) tal vez sí y la hoguera es estar en una posada llena de amigos que son papás.

Entre la ciudad es más pequeña, la mente también y los roles de género que establecen que el objetivo de una mujer es casarse y ser mamá están más marcados. Decir abiertamente que no quieres tener hijos genera una lluvia de reacciones y sobre todo, incredulidad. Ven tu opinión como si fuera gripe y que pronto pasará. Pero, ¿qué tal si no quieres que pase?

Sinceramente este año me consideré la más afortunada del mundo al no ser mamá, pasé meses encerrada en silencio, me bañaba a la hora que yo quería, comía cuando quería, cocinaba cuando quería y tuve que llevar mi trabajo a mi casa como todos los demás. Pienso en las mamás que tuvieron que hacer lo mismo que yo, pero a diferencia de mí, ellas estaban a cargo de otra vida y me pongo de pie porque sé que no fue nada fácil.

¿Lo hubiera podido hacer yo? Tal vez ¿Sería buena mamá? Tal vez. ¿Me sentiría completa? No me siento rota, pero tal vez. ¿Quiero? No, gracias. Y ahí está el detalle, la maternidad es deseada o no. Y, ¿sabes que más debe ser deseado? Toda nuestra vida.

Nadie deberíamos elegir cierta carrera, orientación sexual, tener pareja, casarnos o tener hijos basándonos en las experiencias de otros y mucho menos sentir presión alguna por seguir su camino porque finalmente no son nosotros. Esas personas pueden decir misa y darte las recomendaciones que quieran, pero no están viviendo tu vida.

Me encantaría decirte que a partir de hoy nadie volverá a juzgarte por tus decisiones o convencerte de algo,  pero no es así, los silencios incómodos seguirán existiendo y las preguntas incómodas serán lo que mejor los llene. No los tomes personal. Usa tu inteligencia social como teflón y que se te resbale. No te enganches en querer demostrar lo contrario, te aseguro que quien está abierto a que lo convenzas no necesita de tu choro persuasivo y quienes buscan darte la contra, lo seguirán haciendo.  Somos responsables de nosotros mismos, de ahí para afuera, ya no. Si los demás quieren seguir siendo esas personas que incómodan, no es tu problema, que permitas que te afecten o presionen sus carencias de socialización, SÍ.

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