El COVID 19 nos ha quitado, pero también nos ha dado mucho, por ejemplo, la canción del “COVIN 19 es un demonio” o cuestionarnos realidades que nadie ponía en duda y ahora entran en debate: irse a vivir juntos antes del matrimonio.
Mientras avanzaba la pandemia la industria de los eventos era de las más afectadas, bodas y bodas canceladas por doquier, millones de pesos tirados a la basura y parejas sufriendo por tener que esperar otro año para vivir en su nidito de amor, ¿esperar? No lo creo. Esta situación sacó a la luz que para algunos el “qué dirán” está por encima de la salud porque más vale que me critiquen por romper la cuarentena que por irme a vivir junto a mi pareja antes de casarme.
¿En realidad es tan malo irse a vivir con la pareja antes de casarse?
Todo depende del contexto cultural.
En México, irse a vivir con tu pareja es sinónimo de que “saliste panzona”, no lo digo yo, lo dice un estudio del 2013 o al menos concluye que las mujeres jóvenes que vivían en concubinato eran en su mayoría madres y con nivel educativo menor al superior. Sin embargo, en Estados Unidos vivir con tu pareja antes del matrimonio es una práctica más aceptable desde hace 15 años e incluso son aquellas mujeres con educación superior o más quienes están optando por esta alternativa.
Incluso, irse a vivir con la pareja en el contexto cultural de Estados Unidos es de beneficio para el matrimonio, siendo la tasa de divorcios en parejas que cohabitaron previo a casarse mucho menor de las que no lo hicieron.
Entre los beneficios de vivir juntos están:
1. Conocer realmente a la persona con la que vives. Una cosa es que tú lo veas perfumado y guapetón cuando llega a tu casa y otra dónde dejará las truzas cuando se las quita.
2. Conocer sus hábitos financieros. Porque esos regalos que te da en el aniversario son una maravilla, pero qué tal si hasta los centavos cuenta cuando van al súper.
3. Equidad en las labores del hogar. Tú puedes pensar que tu novio sabe lavar los trastes, pero su idea es dejarlos en el lavaplatos para que se laven por arte de magia.
Pero, como todo beneficio, también hay desventajas. La mayoría de las parejas que terminaban en matrimonio fueron aquellas que sobrevivieron a su convivencia previa, más bien a su convivencia económica previa.
¿Todo es dinero?
Las parejas que decidían casarse eran aquellas con mayores ingresos y similares. En español, la mujer y el hombre con estabilidad económica, tiene más estabilidad en la relación. ¡Ay par favar! Eso ya lo sabía, me dirás y puede que sí, pero lo interesante aquí es que las parejas se casan y duran porque su compromiso va más allá del dinero, como ambos aportan lo mismo económicamente, su relación es más equilibrada y ambos deben esforzarse por igualar el compromiso y la cooperación en los labores del hogar.
¿Me conviene vivir antes o no?
SI NO ESTUVIERA CASADA, YA ME HABRÍA SEPARADO DE MI PAREJA, fue una de los comentarios que leí cuando les pregunté a mis seguidoras sobre si era conveniente irse a vivir o no con su pareja antes del matrimonio y sinceramente, le creo.
Vivir con tu pareja previo al matrimonio debe ser una maravilla y aplaudo a todas las mujeres independientes económicamente, adultas y con un grado educativo superior que toman esta decisión porque realmente es más beneficioso para nosotras que para un hombre criado en un contexto patriarcal.
SI bien cuando una se casa puede salir de ese matrimonio cuando quiera, tener esa firma y las fotos con tu vestido blanco te hacen pensarla un poquito más. No se trata de aguantar malos ratos o extender tu tolerancia hasta engañar tus propios límites, pero les aseguro que más de una hubiera tirado la toalla la primera vez que se encontró las truzas santificadas con una imagen de la virgen de Guadalupe en color marrón tiradas en el baño si terminar fuera tan fácil como salir de una casa y rentar otra.
Irse a vivir juntos va más allá de los principios o ideales que nos inculcaron, aunque obviamente pesan y más en las sociedades conservadoras como la nuestra donde el sexo premarital sigue siendo una realidad que preferimos ver a ciegas, pero ¿qué tal si meternos la religión o los valores familiares es la forma bonita que nuestros papás tienen para simular sus conocimientos de que si nos vamos sin boda, volveremos fácilmente? Nunca lo sabremos o tal vez sí, quién sabe.
¿Conclusión? Una mujer adulta, económicamente estable y con una vida independiente a la de su pareja podrá sobrevivir a cualquier relación casada o no, al contrario de una que necesita del otro para dar un paso. ¿Qué te conviene a ti?