Bridezilla…grrr!! El local

Imaginemos que el día de hoy es martes, ni te cases ni te embarques y oficialmente inauguro la sección  Bridezilla grrr!!! O como sea que se teclee el sonido de Godzilla. Al principio pensé que no tenía sentido escribir sobre novias constantemente, porque no soy la típica novia con tablero de Wedding  en Pinterest… ok sí lo soy, pero también soy de las que no me importaría que mis invitados comieran en plato desechable siempre y cuando yo porte un Monique Lhuillier.  Además, ser novia primeriza no es nada fácil, y, supongo,  que hay novias novatas como yo a quienes les gustarían algunos tips chuscos sobre bodas.

Así que iniciaré mi post oficial con la primera decisión que tomé tomamos para nuestra boda: el local. Yo soy novia Pinterest, y amo con toda mi alma todas esas bodas industriales en grandes almacenes que parecen abandonados con paredes de ladrillo, desgraciadamente en mi ranchito rentar  un almacén de semillas no me aseguraría mi portada en la revista Imagen, ok, tampoco eso de tener apellido proveniente de colonia rústica me ayuda mucho, anyway, por si fuera poco contratar el catering, decoración y todo el acondicionamiento que le tendría que dar al local saldría como dice la frase que reafirma mi proveniencia, “más caro el caldo que las albóndigas”. Es por eso que alquilar un local de eventos es la mejor opción.

¿Cerrado o jardín? Como novia Pinterest yo amo el jardín, pero como novia nacida en mi ranchito con el maquillaje corrido antes de que toquen el caballo de rodeo,  sonaba imposible. Fueron algunos días de visitas y sonrisas estilo “aww, justo lo que buscaba” para cada vendedor que te decía “solo imagínate al amor de tu vida y a ti bailando su canción bajo ese candelabro, con la piscina iluminada, bla bla bla”,  mientras lo único que querías saber es el bendito precio del platillo, que en la mayoría de los casos, te hace desear que tu papá fuera narco. Porque ahora que encontraste al hombre de tu vida, te das cuenta que todo sigue siendo lo mismo: el que te gusta no te pela, el que te pela no te gusta y por pelar me refiero a No money. Así que te dejaré una mini lista de qué esperar y en qué basarte para elegir tu local.

El presupuesto y el número de invitados: vuelvo a hacer uso de otro refrán que reafirma mi proveniencia “con dinero baila el perro”, y es que teniendo un presupuesto amplio tu puedes casarte donde quieras. La mayoría de los locales te venden el platillo, por lo que el precio dependerá del número de invitados, si tus invitados son pocos, excelente, pero cuidado cuando tus 20 tíos ya son abuelos  y les gusta la pachanga. Otra opción es contratar el local y el catering aparte, pero si haces eso incluye a un organizador de bodas, porque ni se te ocurra cargar con esas preocupaciones.

El lugar. Odio que en las bodas todo mundo te diga, no veas muchas opciones porque luego te vuelves indecisa… b*tch, please! Obvio tienes que ver, preguntar y que nadie te cuente, porque hay algo que es peor que ser indecisa: arrepentida. Y suele pasar cuando elegiste una opción y luego encuentras algo mejor.  Seamos sinceras, en cuanto entres al lugar sabrás que ahí quieres casarte, así que busca opciones similares a ese local y después comparas, después de todo, lo único que podría interferir con tu boda soñada son los platillos de unos cuantos primos lejanos que no ves desde que estabas bebé, si tienen reclamaciones diles “tú no me invitaste al cumpleaños del primo de tu amigo la otra vez” y ya.  También tienes que tomar en cuenta la fecha en la que te quieres casar, porque tampoco quieras estar en jardín con 40°C en la noche.

El servicio. Pero los meseros son lentos, pero los meseros se roban el alcohol, pero la comida no es tan buena, pero… bla, bla, bla. Todo mundo te contará, y vuelvo a hacer uso de una frase rústica, “cómo le fue en la feria”. Si tienes demasiada desconfianza sobre el servicio en la recepción, contrata un planificador de bodas y no te compliques la existencia y si no, que algún familiar, coordinador del local o amigo se haga cargo, dale la bendición y no te compliques, de todos modos siempre alguien se va a quejar.

El vendedor. Debo admitir que como niña mercadotecnia que soy, el vendedor fue un punto clave en mi elección. Y es que para mí es quien da la cara en el servicio, entre más verbo y seguro de sí mismo, mejor. Yo me enamoré de un local cerrado, pero al ver que la vendedora solo imprimió la cotización y ni las buenas tardes me dio, dije NEXT.  Definitivamente una característica que te hará decidir entre un local u otro, además el preguntar dudas, la verdad la primera vez que visité un local no tuve idea qué preguntar, pero al segundo y tercero fue más fácil, así que te dejo algunas preguntas básicas que puedes preguntar como novia primeriza:

¿Hay alguien encargado de la limpieza del baño durante todo el evento?
¿Tiene algún acuerdo con proveedores de música o decoración (para descuentos)?
¿Qué pasa si el número de platillos se excede?
¿Pueden las mesas estar asignadas? ¿Hay alguien que se encargue de guiar al invitado a la mesa?
¿Qué opinas de la iluminación en paredes/mesas?
¿Qué tal luce una pista iluminada?

Sí, yo pido opiniones para ver otros puntos de vista, soy de las que le preguntan al fotógrafo en qué iglesia salen las fotos bonitas #sorrynotsorry.

Y eso es todo por hoy amiguitas bridezillas (léanlo con tono de videoblogger más feliz que en su cumpleaños) este es mi primer martes miércoles de ni te cases ni te embarques y me encantaría  que me dejaran sus comentarios y dudas en cualquiera de mis redes sociales para armar un blog muy de novia modersssna.

¡Síganme los buenos!

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#esqueyolosamo

Argel

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